"En Francia, el trabajo vale la pena y los salarios son mejores"

«En Francia, el trabajo vale la pena y los salarios son mejores»

Cocinero gijonés Alejandro Ardines. /

El gijonés Alejandro Ardines ha recorrido el país vecino trabajando como chef y ahora se ha asentado en una isla del Mediterráneo para servir su cocina de autor

El gijonés Alejandro Ardines ha recorrido el país vecino trabajando como chef y ahora se ha asentado en una isla del Mediterráneo para servir su cocina de autor

Cocinar es un arte y para Alejandro Ardines (Gijón, 1988) es un viaje, experiencias valiosas, aprendizaje continuo, un viaje sin límites y fronteras. Formado en la Escuela de Acogida de Gijón, ha perseguido su sueño de ofrecer la mejor comida en varios puntos de la gastronomía española y, en los últimos años, en Francia, donde actualmente reside la mitad del año, en una preciosa isla. y en un restaurante donde, de la mano de los pescadores que cada mañana van a la playa con los productores locales, estrena su comida de autor con sello y receta para aprender del esfuerzo y compromiso de España.

Tras completar su formación, trabajó en Gijón y pronto inició su andadura por todo el país. Levante fue uno de ellos y con diversos cocineros aprendió técnicas, tratamientos de las materias primas y perfeccionó su método de romper los fogones. De allí se fue a Francia y allí hizo todo por completo, empezando por aprender francés, que en el pasado era una discapacidad que había superado por completo. De ninguna manera quiero transmitir que recomiendo que se haga la colada.

Su recorrido ha sido dinámico, amplio e interesante. Primero llegó a Baja Normandía, Douvres de la Délivrande (Caen), donde trabajó en un casino del grupo Tranchant; luego Midi Pyrénées, Bagnères de Bigorre (Caen); luego fue cocinero local Palavas les Flots (Montpellier); más tarde Hôtel Calas, Lacaune les Bains; Luego trabajó como consultor para el restaurante Castres (Toulouse) y ahora trabaja como chef en el restaurante Le Gambaro, Île du Levant, en la ciudad de Hyères, en la costa de la Riviera.

En la isla, de 8 millas de largo por 2 millas de ancho, vive y trabaja a tiempo completo durante cinco meses al año y los siete restantes son suyos. De hecho, esos días de trabajo son continuos desde la mañana hasta la noche. A pesar de ello, disfruta de la vida, porque se despierta en un lugar especial y porque es feliz en la cocina. “Trabajo directamente con los pescadores, solo trabajamos con productos locales”, revela este chef artesano que disfruta viendo la comida sentada en su mesa divirtiéndose.

“En Francia se considera importante el trabajo”, dice el chef, quien destaca que con el trabajo adecuado y una buena actitud, encontrar trabajo no es difícil en un país donde no cuesta adaptarse. Pero eso es, además, también hay «mejores recompensas». De hecho, reembolsarla solo funciona durante esos cinco meses. Le sale más rentable que hacerlo todo el año en España, por lo que de momento no tiene previsto salir de Francia, a pesar de que echa de menos a su familia y a los guisos familiares que le han alimentado la vida y la no comida. para el autor sino pura tradición y sabor de hogar, de lo cotidiano.

Pero como le quedan meses para volver, no es algo que añore, por lo que el pescado volcánico, la bullabesa de Jean-Louis Viale, el risotto de araña o la pasta de bogavante aparecen en la lista de restaurantes. único como el tuyo seguirá siendo parte de tu vida. “Este lugar es un paraíso”, concluyó el chef gijonés.

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