El politólogo Fernando Vallespín acaba de publicar un sugerente ensayo titulado La sociedad de la intolerancia, preocupado por la erosión gradual de la cultura política liberal y las crisis en los modelos democráticos que han llevado a la hegemonía de populismos antagónicos.
El deterioro de la tolerancia está alimentando una situación en la que prevalece la polarización del maníaísmo entre bloques irreconciliables y el pluralismo se difumina en interés de las tribus identitarias.
En esos días también se ha estrenado una nueva obra del dramaturgo Juan Mayorga (España) sobre el mismo tema, en homenaje a Voltaire, cuyo nombre siempre se asocia a su tratado sobre la tolerancia. Sus personajes tienen diálogos inteligentes para que Mayorga sepa escuchar para mejorar sus argumentos.
Solo podemos aprender a respetarnos unos a otros si podemos abrazar el punto de vista del adversario para defender lo mismo desde otras perspectivas que podrían enriquecer la nuestra.
Solo podemos aprender a respetarnos unos a otros si podemos abrazar el punto de vista del adversario para defender lo mismo desde otras perspectivas que podrían enriquecer la nuestra. Esto es algo que todos experimentamos durante nuestras vidas. Después de un tiempo, no vemos las cosas de la misma manera y tendemos a cambiar de opinión a medida que adquirimos experiencia o accedemos a datos que no conocíamos.
De hecho, la verdad ya no es lo que era. Las cosas han cambiado mucho en un momento en el que hablamos nada menos que de «hechos veraces» y «alternativos» que son meros eufemismos de engaños y trucos de por vida.
El problema son las historias de ficción diseñadas para desinformar para cambiar nuestra percepción de los eventos o para cambiar su curso.
La realidad paralela está aumentando. La realidad virtual poco a poco está colonizando nuestras vidas, como lo demuestra el tiempo que dedicamos a nuestros dispositivos electrónicos. El problema son las historias de ficción, cuyo propósito deliberado es la desinformación para cambiar nuestra percepción de los eventos o cambiar su curso debido a nuestra propia participación.
Ante tal panorama, conviene justificar el espíritu de Voltaire y utilizar la ironía como antídoto contra el veneno de la información contaminada. Con sentido del humor, puedes condenar temas estúpidos. La sátira tiene una gran fuerza corrosiva.
Gracias a la pluma de Voltaire, tenemos una memoria histórica de algunos de los excesos que pueden haber quedado olvidados, como el caso de Calas o las atrocidades cometidas contra el caballero de La Barre. Con su caustismo, Voltaire contribuyó tanto a cambiar su forma de pensar como la enciclopedia de Diderot, los ensayos de Rousseau o la crítica de Kant. La eficacia de la ironía voltaica, que se tambalea bruscamente y sabe conquistar una audiencia por una buena causa, no tiene precedentes. La lucha de Voltaire contra la superstición y el fanatismo sigue siendo necesaria.
La reducción perceptiva de la ironía de las raíces de Voltaire al absurdo es muy eficaz. Incluso si a veces corre el riesgo de malentendidos, como hizo Jonathan Swift en Una humilde propuesta indecente, vale la pena recurrir a este armamento de alto calibre para neutralizar las campañas impulsadas por la lógica del absurdo perturbador.
Una de las grandes virtudes del enfoque irónico es que despierta nuestra curiosidad y agudiza nuestro ingenio sin sacarnos conclusiones, ya que nos invita a plasmar nuestro propio criterio frente a la sátira de esta perspectiva.
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El mito del narciso nos hace visualizar el fenómeno del amor extremo por uno mismo. El personaje mitológico no pudo apreciar las cualidades de los demás, y la ninfa Eco, que no ve el regreso de su amor, sufre la soledad que lo consume, y al final solo le queda la voz. Como castigo por su vanidad, Némesis hace que Narciso se enamore de su imagen y se ahogue si quiere capturar su reflejo en las aguas que miró para complacerse a sí mismo. Pocos mitos son más relevantes.
Vivimos en una época en la que otros están desapareciendo y estos son solo mensajes recibidos en una pantalla u otra. O mejor dicho, lo que alimenta lo que publicamos en una determinada red social con vítores hacia adelante y en forma de corazón.
En su mayor parte, vemos las cosas a través de lentes que nos acercan al universo externo y tendemos a identificarnos completamente con el avatar narcisista que representamos en la web …
En su mayor parte, ya vemos las cosas a través de lentes que nos colocan aquí más que el universo exterior y tendemos a identificarnos completamente con el avatar narcisista que representamos en la web, lo que nos permite convertir nuestras vidas en simulaciones de un videojuego. sin devolución.
Son muchos los factores que fertilizan este autoculto intensificado. El abuso de las nuevas tecnologías lo favorece y alimenta una mentalidad en la que el éxito económico logrado con el menor esfuerzo cuenta.
Este narcisismo no es solo individual sino también colectivo. Los políticos tienden a acaparar el escenario y convertirse en los protagonistas del ámbito político, así como los medios de comunicación se convierten en un objeto informativo que sigue la cadena giratoria.
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Esta forma de ver las cosas prolifera a los oportunistas que solo pueden jugar en su provecho y esconderse detrás de privilegios. ¿Qué hay al otro lado de nuestro reflejo narcisista? Bueno, un mundo enriquecido por la pluralidad y la interdependencia.
El pacto social significa renunciar a la libertad salvaje e ilegal para disfrutar de otro que respete nuestros derechos y los de los demás, lo que se puede llamar co-libertad.
Algunos argumentan que la libertad solo puede ser ejercida por los privilegiados, pero aquellas actividades que pueden dañar a otros no reconocen que están legitimadas por el concepto pleno de libertad.
Como dejan claro Rousseau y Kant en sus planteamientos éticos y políticos, el pacto social significa renunciar a la libertad salvaje e ilegal para disfrutar de otra que respete nuestros derechos y los de los demás, lo que puede denominarse co-libertad. Sin embargo, esto no se puede controlar sin igualdad, como enfatiza Balibar con su concepto de egaliberté.
La libertad y la igualdad se ven socavadas por el narcisismo imperante. En lugar de admirar el pluralismo, desconfía de la diversidad y genera innumerables patologías político-sociales basadas en la privación, la edad, determinadas elecciones de vida o determinadas diferencias étnicas. Por eso, Adela Cortina introdujo el término «aporofobia» y nos advirtió contra la gerontofobia. Paradojas de la tolerancia
En un bello poema titulado Quiero ser un enjambre, Juan Mayorga admite que quiere ser «raíz cuadrada menos uno» hasta que alguien le pide este número imaginario. «Quiere ser él mismo y todo lo contrario». Esta doble perspectiva es fundamental para no sucumbir a las tentaciones que nos hacen despreciar todo lo diferente.
Ésta sería la clave para convivir con las contradicciones propias y otras inevitables, entre ellas las paradojas de la tolerancia que bien ha analizado Fernando Vallespín en su citado ensayo La sociedad de la intolerancia: “El concepto de tolerancia presupone que toda persona que la tiene. sus convicciones y que debe negociar, si es necesario, las que no comparten para promover una mejor convivencia y, por qué no, el respeto a la disidente.
Como ha enfatizado mi maestro Javier Muguerza, el desafío es no imponer nuestras diferencias mientras seguimos ampliando nuestros derechos.
Nadie está obligado a recurrir al aborto, el divorcio o la eutanasia, citando tres tránsitos dolorosos, pero es inaceptable negar a otros que no comparten el rechazo inapelable que es fruto de su narcisismo absorbente que se reconoce a sí mismo, que limita su intolerancia a otras libertades. .
ROBERTO R. ARAMAYO (*) ENTREVISTA (**)
(*) Catedrático de Investigación en Ética, Epistemología y Sociedad, Instituto de Filosofía, Consejo Superior de Investigaciones. Historiador de las ideas políticas y morales. Ha asistido a universidades nacionales y andinas de Bogotá (**) The Conversation es una organización sin fines de lucro dedicada a compartir ideas y conocimientos académicos con el público.
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