¿Por qué elegimos aprender un idioma en particular?

¿Por qué elegimos aprender un idioma en particular?

Si pudiera elegir qué lengua hablar antes de nacer, ¿qué idioma elegiría?

El lingüista Noam Chomsky afirmaba que la razón del uso del lenguaje en el ser humano se debe a la necesidad de expresar el pensamiento, y que todos tenemos un dispositivo mental abstracto capaz de generar cualquier frase en cualquier idioma; es como si en nuestra cabeza, como estructura mental innata, todos habláramos el mismo idioma. Lo que nos diferencia es la forma extrínseca de estructurarlo, la producción en un código de signos lingüísticos.

Sobre esta opinión han surgido muchas teorías que intentan explicar por qué cuando nacemos tenemos la capacidad de entender y hablar de forma natural una lengua concreta o cómo aprendemos otras. La lengua es un instrumento de comunicación, y la necesidad básica de comunicarnos es la que lleva al ser humano a buscar un aprendizaje plurilingüe.

Pero ¿por qué optamos por unas frente a otras? Hay más de 6 000 lenguas en el mundo y, sin embargo, no sabríamos enumerar más de veinte. Inglés, francés, chino, ruso…? ¿Qué nos motiva para tomar esa decisión? Parece una elección fácil porque la mayoría de las veces la toman por nosotros, pero en esta consideración existen numerosos factores que intervienen de manera consciente o inconsciente.

¿Por qué queremos aprender otro idioma?

¿Por qué queremos aprender otro idioma?

Son muchos los efectos positivos que comporta hablar más de un idioma, no sólo a nivel social y cultural, sino por nuestro cerebro. Se ha demostrado que aprender otra lengua es beneficioso para el desarrollo cognitivo: mejora la memoria, la toma de decisiones y, según las últimas investigaciones, esta actividad neuronal retrasa el envejecimiento y la aparición de enfermedades degenerativas. Todo parece ser ventajas, aunque tampoco hay que exagerar los posibles beneficios que comporta.

Ya hablar nuestra lengua materna implica un desarrollo cerebral que irá avanzando a media que crece nuestra destreza lingüística. El conocimiento de nuestra lengua nativa influirá en el aprendizaje de una nueva; el dominio real de nuestro idioma optimizará la adquisición de otro. Esta influencia se desarrolla en ambos sentidos, puesto que nuestra primera lengua también mejorará en fluidez y en la ampliación y uso del vocabulario.

Las expectativas sociales y profesionales

Las expectativas sociales y profesionales

De forma más práctica, entre los factores principales que nos impulsan a elegir un segundo idioma se encuentra el desarrollo profesional y la expectativa social de comunicación. Con estas premisas, el inglés es el primer idioma que se estudia como lengua extranjera.

Esta prioridad académica viene impuesta desde que nos escolarizamos, por lo que su estudio no siempre comporta una motivación o actitud positivas, claves para alcanzar un aprendizaje significativo. Independientemente de ello, el inglés es la lengua franca del mundo globalizado contemporáneo, por lo que es necesaria en cualquier ámbito laboral y académico en el que queramos movernos.

Lenguas ‘poderosas’

Lenguas ‘poderosas’

En 2016, el Foro Económico Mundial elaboró ​​una clasificación de las lenguas más poderosas del mundo teniendo en cuenta diversas variables; las cinco primeras lenguas son, además del inglés, el mandarín, el francés, el español y el árabe. Estas cinco son las más habladas en el mundo, tanto por hablantes nativos como por hablantes que la tienen como segunda lengua. Si escogiéramos algunas, lo haríamos por las posibilidades laborales, su posición dentro del orden económico y geopolítico y por el territorio que abrazaríamos con su conocimiento.

El inglés es oficial o cooficial en 57 países; el mandarín es la lengua con más hablantes nativos, y en segundo lugar está el español; el francés es el idioma oficial de la diplomacia y una de las lenguas de trabajo de las instituciones europeas y, finalmente, el árabe, a cuya influencia económica y cultural se le une el ser lengua oficial en 23 países y la segunda lengua en la comunidad musulmana (la cuarta parte de la población mundial). Así que, si sólo nos mueve el anhelo viajero como impulso por aprender, éstas pueden ser las elegidas.

La proximidad cultural o geográfica

La proximidad cultural o geográfica

Además, cuando decidimos estudiar un idioma, tendemos a la proximidad tanto cultural como lingüística: el conocimiento del alfabeto lo interpretamos como ventaja y como signo de accesibilidad a la hora de entender su gramática, aunque esto a menudo no va unido a su fonética.

Esto se traduce, en el caso de Europa, en que las lenguas líderes en la enseñanza sigan siendo el inglés, el francés, el alemán, el español y el italiano.

Capturar más mundo

Capturar más mundo

A pesar de todas estas ventajas, no debemos obsesionarnos ni adivinar a nadie con aprender un idioma a toda costa. Aprender un idioma es bonito por lo que implica: conocer y entender su sociedad, respetar su cultura y sus tradiciones, y compartir sus pensamientos más allá de los estereotipos. Fernando Lázaro Carreter decía que “el lenguaje nos ayuda a capturar el mundo y, cuanto menos lenguaje tengamos, menos mundo capturamos”.

¿Sabe ya qué lengua elegir? Un consejo: elija la que quiera. Porque, si queremos atrapar todo este mundo a través de sus lenguas, le perseguimos por las razones que sean, sólo habrá una única razón que de verdad nos motive, y ésta será la clave para alcanzar el éxito: entender que una lengua es el alma una comunidad, no sólo una herramienta de comunicación.

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