Samanta Musante siempre funciona a la perfección, con máscara de pestañas, esmalte de uñas y perfume francés. A la villa Luzuriaga de 41 años, egresada de médico radiólogo forense, casada y con dos hijos de 16 y 19 años, le gusta lucir femenina al volante de su camión pesado (45.000 kilos) y 18 metros y medio de largo del empresa de logística para la que trabaja. En estos tiempos se enorgullece de haber aprendido a manejar un bitren (una formación con al menos dos remolques, con un sistema de enganche conocido como quinta rueda) y cree ser la primera argentina en lograrlo.
Sí, la mujer irradia felicidad porque su sueño era “estar allá arriba”. “Samanta, lo lograste”, le dicen otros conductores, que la conocen desde hace mucho tiempo. Encontró su lugar en ese mundo masculino, donde nunca se sintió discriminada. Su deseo es que muchas mujeres se dediquen a esta profesión y que puedan contar con el apoyo de su compañero de vida, como le sucedió a ella con Diego. Samantha no duerme en casa en toda la semana. Su cama está en su camioneta, detrás de los asientos, y debajo hay un cajón grande con su ropa, artículos de tocador y productos de belleza, y sus queridas cartas del tarot. El camión no lo comparte, así que lleva su estilo. En el interior, por ejemplo, encontrarás mantas de Little Pony y su perfume francés. Se ducha en el suelo y el baño es solo para ella porque no hay mujeres. Ve a su familia los fines de semana.
Siempre hermosa, con su impecable flequillo rubio, se convirtió en un rostro familiar en TikTok (@samimusante) hablando sobre su tema, especialmente para los hombres interesados en su trabajo. Le preguntan por todo. A veces se enfada. porque los haters nunca fallan. “Nada me molesta. Ni siquiera tu comentario de malas vibras», puede defenderse. Sean buenos o malos los mensajes que le escriben, Samantha responde sin dudar, bastante segura de lo que dice.
Muchas de las preguntas que le harán son sobre la formación que ha realizado o las características de los vehículos que conduce. Con la viralidad de TikTok ya la están reconociendo por la calle y hasta le están pidiendo fotos. “Promociono a muchas mujeres en esta profesión masculina y eso me llena el alma. Siempre aconsejo a las mujeres con la verdad», dice.
Nadie se convierte en un camionero pesado de la noche a la mañana. En su caso, lleva 20 años en el transporte y lo único que ha pasado es que creció y creció de tamaño. Pero mucho antes de eso, fue promotora. Hasta los 21 años repartía folletos, muestras de productos de limpieza y hasta patatas fritas. «Pagaba bien, pero era un trabajo esporádico», explica.
Con solo una materia pendiente para terminar la escuela secundaria, no pudo conseguir un trabajo. Diego, su socio, ya era transportista y tenía mucho trabajo por hacer, así que decidieron comprarle otro camión. Primero nació Valentin y en 2006 nació Démian. “Empezó a ir muy bien para nosotros. Trabajé todo el día y me organicé con los chicos”.
Su trabajo flexible como agente de carga le permitió tomarse el tiempo para estudiar. En 2011, mientras hacía un trato en una casa de aperturas, estudió Radiología Forense en la UTN porque le interesaba algo relacionado con la medicina, pero por un período más corto. Le tomó dos años y le sumó uno más para lograr esa especialidad. “Hice la residencia en el Hospital Posadas. Pero luego no fui más allá. Los estudios los hice por una cuestión de satisfacción personal”, confiesa. También había dos cosas que la frenaban: la radiación y los salarios que no estaban a la altura de sus expectativas. Hasta 2017 fue residente, con turno de noche y ad honorem.
A finales de 2013, al mando de un camión, pasó a formar parte de la plantilla de la distribuidora donde trabaja su marido, dedicada a una empresa de alimentación. “Era responsable de logística, entrega y distribución. Siempre estaba cargando y descargando y llevando la cuenta del dinero, de la mercadería y de todo”, cuenta sobre su última actividad, en la que ha adquirido mucha experiencia.
Y siguió estudiando algo muy diferente a todo lo demás: constelaciones familiares, astrología y Tarot. “Siempre pensando en dedicarme a todo eso después de los 40 años, edad en la que pensé en bajarme del transporte”. Pero cuando eso sucedió, en medio de la pandemia, ella y su esposo tenían una gran demanda de sus servicios de carga de alimentos.
Y cuando empezó a trabajar para empresas mayoristas, se obsesionó con ser camionera. “Vi los camiones y pensé, yo quiero estar ahí, no me importa lo que digan como mujer. No era una cuestión de dinero porque yo ganaría lo mismo, sino por pasión”, aclara. Y lo consiguió. “Un amigo que tiene un camión empezó a enseñarme a conducir. Y cuando supe si podía trabajar en una empresa, me pidieron como requisito un mínimo de un año de experiencia. Las puertas estaban cerradas”, recuerda.
En septiembre del año pasado, Scania lanzó una campaña llamada Choferes, que capacita exclusivamente a mujeres para conducir camiones, todo el equipo, la cabeza tractora y el remolque. “Fui seleccionado para comenzar a fines de enero de este año. Fueron dos semanas de teoría, tres semanas de práctica en camiones reales. Me gradué en marzo y una semana después me contactó una empresa de logística para entrevistarme”, dijo. Solo faltaba el nuevo permiso, que pronto se entregó (la tonelada pasó de 20 a 25). Desde entonces, consiguió el trabajo que tanto deseaba, junto con tres mujeres (solo ella y otra colega están involucradas en el movimiento entre plantas) en la cervecería para la que trabajan. Las otras dos hembras solo circulan en la planta.
“Transporte productos de una planta a otra. Puede ir al Mercado Central, Pompeya, Berazategui, Quilmes, Zárate, Rosario”, especifica sobre sus rutas de carga y descarga, que le serán asignadas el día anterior. No me obligo, es un trabajo limpio, ordenado, en un ambiente «cerrado», explica. Refiere que solo tiene que tratar con sus compañeros de piso, nadie de fuera. El mismo al que le tira las cartas en su camioneta. “Mi nombre Samantha me ayuda mucho. Soy la brujita…», cuenta sobre su otra faceta. Con la lectura del tarot la gente acaba desnudándose de buena manera, no preguntan tonterías, van al hormigón. Confían y es profesional. secreto”, asegura.
Cuando se le pregunta qué tan difícil es pasar de una camioneta a un camión de ese tamaño, dice que se conduce un automóvil mediano. “Tenía la dimensión en mi cabeza. Llegó desde 7 metros de distancia. Ahora tengo 18 y medio. La empresa donde trabajo también tiene dos bitrens de 25 metros y medio”, especifica. Y lo cuenta con gran satisfacción. Está en tu salsa.
El dueño de la empresa me sugirió que aprendiera a manejarlo y practicar. “Sé que actualmente no hay mujeres en trenes de bit, y me dieron la oportunidad de aprender. Hubo un viaje a Rosario en el que salí con uno de mis compañeros de viaje. A menudo me enciende. He estudiado mucho, pero siento que esto es lo mío. En términos generales, cambié a mi familia por esto. Hablo por teléfono todos los días. Solo los veo el sábado por la tarde y el domingo. Mis hijos ya están grandes, pero fue en un momento de la adolescencia cuando la madre debería ser algo más o quizás no. Traté de concentrarme en hacer realidad ese sueño y mostrarles a mis hijos que se puede lograr».
De su salario puede decir que es muy bueno, pero aclara que está en la camioneta jornada completa de lunes a sábado y no trabaja el horario de oficinista. Pueden ganar 10.000 pesos diarios, y de ahí sale el costo de la comida, los cigarrillos y algunos helados.
«Me gané mi lugar y estoy feliz», dice.